martes, 26 de enero de 2010

Diferencias ideomáticas

Mi mejor amiga y yo, cada diciembre acostumbrábamos a viajar a Nicaragua para pasar unos días de vacaciones.

Su padre, un señor costarricense, tenía un negocio en Managua, era ahí dónde viajábamos y disfrutábamos de tan linda tierra, geográficamente hablando.

Ya era el 4to año consecutivo que realizábamos dicho viaje. Ya conocíamos la rutina: tomar el bus de Ticabus que salía desde Tegucigalpa a las 9:00 a.m. y llegaba a su destino final, aproximadamente a las 5:00 p.m. si es que no había mayor congestionamiento en las fronteras.

Parte de la aventura consistía en tirarse casi diez horas de viaje en bus, en dónde se apreciaban hermosos y contrastantes paisajes de dos naciones que tienen mucho para dar pero que lamentablemente, han caído en malos manejos políticos.

El adormecimiento en la parte inferior del cuerpo de permanecer tanto tiempo sentadas casi en la misma posición, se obviaba, la sed de viajar y relajarse era más poderosa.

Además, teníamos a nuestro favor toda la adrenalina patrocinada por la juventud y las ganas de experimentar libertad, por parte de dos adolescentes que querían comerse al mundo.

En todos los viajes anteriores, hacíamos lo que todo viajero precavido debe hacer: reservar y pagar el boleto con anticipación, por aquello de temporadas altas, bus lleno y demás.

Pero ese año en especial, estas dos "experimentadas" viajeras se confiaron y decidimos que ir el mismo día temprano a la estación, nos aseguraba nuestros campos.

El primer día, llegamos a la estación a las 8:30 a.m., la operaria nos dijo que el bus estaba lleno y que debíamos esperar si alguien no viajaba para incluirnos.

Estábamos a punto de dar por sentado de que nos iríamos en ese bus, pero lamentablemente, todos los pasajeros llegaron. Regresarnos con todo y maletas a nuestras casas, era realmente deprimente.

El segundo día, hicimos lo mismo! Tras de no aprender en la primera, volvimos a irnos a la estación confiadas en que esta vez sí podríamos irnos sin haber reservado antes.

Error! Nos quedamos sin campo.
Entonces, se me ocurrió algo: irnos abordando distintos buses hasta llegar a Managua.

Si me lo preguntan, hoy en día no lo haría ni loca!
Claro, hace 8 años atrás, no era tan peligroso a como lo puede ser ahora, de igual manera, para cualquier mal auguro, dos muchachas jóvenes y sin experiencia, pudieron haber sido presa fácil para todo aquél que anduviese fraguando maldades!

Tomamos alrededor de 5 buses, los cuales iban de localidad a localidad, llegando a puntos estratégicos para abordar el siguiente.

Recuerdo que en el lado fronterizo de Nicaragua con Honduras, cogimos el primer transporte “nica”. Era un lugar realmente impactante: desolado, sucio, pobre; que por más lugares humildes que yo conociera, no me imaginaba que existiese uno igual.

El transporte era un busito ya muy cacharpeado, típico: lleno de gente, con gallinas arriba, sacos de algunos granos, personas humildes, gente de campo que reflejaba en sus caras, la larga lucha que representaban sus vidas.

Ese bus, nos llevó a una pequeña ciudad que de veras no recuerdo su nombre!
Era un punto de convergencia interurbano importante si, porque su estructura, si bien era cierto, era aún rural, era de concreto!

Es ahí en donde creo, corrimos el mayor riesgo mi amiga y yo. Por una palabra “insignificante” pudieron habernos hasta metido presas!

En la cafetería de la estación, había cualquier cantidad de gente esperando abordar su bus de destino. Mientras salíamos, nos acercamos a la soda, la cual ofrecía, hum... Nada!

En un escaparate algo sucio, se veía alguna repostería (algo añeja), dos freezers (horizontales), y un freezer que mostraba coca colas y demás refrescos gaseosos.

Mi amiga y yo, nos acercamos sigilosamente, echando una hojeada a lo que pudiéramos comprar porque, sí que teníamos hambre!
Tras de ver a la gente alrededor y las dos personas que atendían esa soda, llegamos a la conclusión que no éramos bien vistas!

Quién sabe que si por la pinta de extranjeras o bien, por nuestro poco disimulo a la hora de ver la sodita y su oferta.

Nos hablamos al oído y nos dijimos que ni a palos comeríamos algo de ahí, a menos que hubiera golosinas selladas como algunos “snacks” o galletas.

Me acerqué, sigilosamente a las personas que vendían, las cuales eran un muchacho y una señora y les pregunté de manera amable pero en un tono de voz bajo, si vendían “churros”...

La señora se me quedó viendo muy seria, volvió a ver al muchacho, se hicieron muecas y entonces el muchacho muy serio y hasta pedante diría yo, me dijo:
“Aquí no vendemos de esas cosas”!

Me sentí mal, mi amiga observaba con cara de preocupación todo desde lejos, así que le pregunté más asustada que amable, que qué más vendían ahí.

Me dijo lo que tenían, que al final terminamos comprando una ensalada de frutas que estaba adentro de aquellos freezes horizontales, de sabor rancio y dudoso, unos caramelos y nos alejamos de ahí rápidamente.

Extrañada ante tal situación “curiosa”, seguí mi viaje y por gracia de Dios, llegamos bien, sanas y salvas.

A los días, estando en Managua, con uno de los empleados del papá de mi amiga, estábamos hablando de todo un poco cuando le comenté aquella extraña experiencia de la soda.

Le narré tal y como pasó y ni había terminado de contarle, cuando se echa una sonora carcajada y me pregunta: De verdad querían churros?
A lo que le dije que si, notando que al pronunciar “churros” él reía.

Nos preguntó que eran los famosos churros en Honduras, y le expliqué que eran bocadillos sellados en bolsitas y que cada uno tiene sus nombres: Bolibarrigón, Doraditas, Zambos etc.
Pero que comúnmente a todos ellos en conjunto, se les dice churros!

El me especificó que significaba la palabra en su país. Creo que esta vez, quienes nos reíamos éramos nosotras!

Churros en Nicaragua significa puro o cigarro relleno de mariguana y allá el asunto de las drogas es muy conservador entre la gente de campo y adjudicado sólo a malhechores realidad.

Es por ello que comprendimos la actitud de aquella gente al pedirle algunos churros.

De ahí, reflexioné sobre, que una pequeña palabra o expresión que en nuestro país de origen, consideremos “normal” o universal, en otro, nos puede traer problemas!

No hay comentarios:

Publicar un comentario